lunes, 10 de agosto de 2015

Nada importa.

No ha importado ni la lluvia, ni la gente inundada, ni los elevados índices de delincuencia, ni las denuncias en contra, ni los fiscales muertos, ni las adolescentes muertas, ni los cada vez más frecuentes femicidios, ni la precarización laboral, ni los ajustes encubiertos, ni la inflación, ni que mientan descaradamente, ni las "operaciones políticas", ni un vice a punto de ser enjuiciado, ni la hipocresía de funcionarios y políticos a la hora de ostentar lujos y placeres, ni ex-ministros, ni ex-empleados, ni difuntos poderosos, ni la catarata de idioteces que han sido dichas por propios y ajenos. Nada ha importado. El rey ha muerto (bah, la reina), que viva el rey, nuestra realidad política vivida en modo fútbol, es lo que nos marca, nos señala y estigmatiza de modo dramático.
Pareciera que la corriente arrastra cada vez más agua sucia, que cada vez bajo el viejo puente corre más agua podrida y esa agua sube y sigue subiendo hasta llegar al cuello.
Los medios dan asco, la tele, los diarios, las radios, las gráficas callejeras, internet dan asco, sean quienes sean sus dueños... Todo, todo entra en la misma bolsa y la gente en el medio con sus bocas abiertas atrapando moscas como siempre ha sido.
Sin temor digo que la democracia se ha transformado en un sistema autoritario de poder. Donde el ciudadano no es libre de querer o no "elegir" a sus representantes. Las elecciones se han transformado en la legitimación de este sistema corrupto, donde políticos hacen cómplices a los ciudadanos en cada acto eleccionario, obteniendo de estos el permiso para seguir robando.
En fin, dicen que aún así es lo mejor que tenemos. Yo no puedo estar seguro de esto mientras a mi alrededor sigan sucediendo tantas cosas graves.
A estas palabras se las llevará el tiempo virtual. A nadie le importará tampoco que yo escriba esto, es parte de lo mismo. Solamente tenía necesidad de escribirlo porque a mí si me importa.
Buenas noches.