Al describir un gato,
debemos tener en cuenta principalmente dos hechos. Por un lado, su
personalidad, indudablemente la tienen y por otro, su aspecto físico, pelo
liso, peludo, pelado, flaco, gordo, alto, bajito, etc.
Basqui, como lo
bautizó mi hija, en honor a Basquiat, el pintor expresionista afroamericano estadounidense,
es único, como todos y cada uno de los gatos hogareños.
Mili, lo adoptó hace
casi dos años con poquitos meses de vida. Ella se había enterado a través de
Facebook, que una chica tenía en adopción tres gatitos negros.
Una tarde de otoño,
ella se fue en búsqueda de uno de ellos, había arreglado con esta chica, la
adopción de un machito, del cual habíamos visto un par de fotos días antes de
la adopción.
Lo trajo dentro de su
mochila, cuando la abrió salió del interior un gatito negro, flaco y orejudo
con una leve manchita blanca en el pecho. Salió cautelosamente, con el lomo muy
chato, desconfiado y con los ojos muy grandes, las pupilas dilatadas, mirando
todo con atención, recorriendo lentamente los alrededores del living,
olfateando el lugar con prudencia. Nosotros ya teníamos a Blue, una gatita,
también rescatada, de tres años, con una personalidad también muy marcada,
bastante arisca, sociable solo cuando ella lo deseaba y no con cualquier
persona, aceptaba mimos cuando ella quería. Se nos presentó como familia un
interrogante acerca de si Blue aceptaría al nuevo integrante del clan. Ella
percibió inmediatamente la nueva presencia. Debo decir aquí, que antes que
Blue, ya teníamos dos perritas caniches, la mayor, Violeta de color blanco, con
dieciocho años y Lulú, una caniche enana de color negro, de unos seis años, más
o menos.
O sea que Blue, como
dije, inmediatamente percibió la nueva presencia, al acercarse para olfatearse
con el recién llegado, ella reaccionó como era esperable, con un rugido y los
pelos del lomo erizados, no estaba feliz por el recién llegado, tenía también
las pupilas dilatadas y las orejas pegaditas a la cabeza, en alerta.
Como el gatito recién
incorporado era muy pequeño aún, debíamos cuidar que la gata no lo lastimara,
lo que debíamos hacer era cuidar que él no se acercara a la gata, dada la
curiosidad natural de estos animalitos. Obviamente al principio hubo gruñidos y
manotazos, pero todo dentro de lo normal, felizmente no hubo que lamentar nada
malo.
Realmente el tiempo y
la curiosidad compartidos entre ambos gatos, fue haciendo más tolerable la convivencia
entre ellos. Sin prisa, pero sin pausa se fueron acercando y conociendo cada
vez más y mejor, con lo cual fuimos dejando de preocuparnos por que la gata lastimara
al gatito recién llegado.
Hoy en día, no es que
sean compinches, eso definitivamente no va a suceder, pero digamos que pueden
mantener una relación de tolerancia aceptable que ayuda a la convivencia inter
felina, claro que no todas son rosas, Basqui por momentos es muy intenso y a
Blue no le gustan las medias tintas, y solemos escuchar sus breves escaramuzas.
Hoy visto a la
distancia, ha sido un viaje muy interesante, el proceso de reconocimiento entre
los felinos. La naturaleza curiosa de Basqui, se topa de frente con la cautela
antipática de Blue.
Ahora mismo, mientras
escribo estas líneas, Basqui está echado dormitando frente a mí, en la mesa que
tenemos en el balcón, aprovechando el poco aire fresco que corre en este
tórrido verano que estamos atravesando en Buenos Aires.