martes, 28 de noviembre de 2017

Arte para mejorar la vida.

Que hace algún tiempo pinto, no es un secreto. Que hago fotografía, tampoco. Que escribo en los papeles que ya no sirven en el trabajo, nadie lo sabe. Bueno ahora sí.
Cuando se incorpora la mirada artística a la propia vida, todo cobra un sentido nuevo, otro significado, no exagero. Hoy en día ya no podría concebir mi vida alejado de papeles, pinceles, lápices, colores…
 La mirada cambia totalmente. Yo voy por la calle y esto es verdad, miro proporciones, perspectivas, sombras, texturas, regla de cuartos, formas, también escucho sonidos, me detengo a oír y ver cosas que estoy absolutamente seguro, no cualquiera puede o sabe hacer. No es jactancia, es aprendizaje.
Los distintos talleres y cursos de artes visuales y fotografía, incluso aquel lejano taller literario que supe hacer hace ya tanto tiempo, me han servido mucho, muchísimo. Esas experiencias de iniciación fueron las que han ido abriendo la cabeza a un mundo que convive con el mundo “real” de la vida diaria. Me siento privilegiado por poder disfrutar de ese conocimiento, por tener un espacio para crear y esto es a lo que quiero realmente apuntar: la creación.
El acto de crear es algo único.
Recuerdo, mejor dicho me recuerdo a mi mismo hace unos... treinta años? Wow…  increíble pero real, queriendo escribir. Bueno, realmente escribía y eso fue mi primer experiencia como creador. Creaba historias. Inventaba historias con forma de poemas y cuentos y también fallidas novelas que nunca supe como continuar, tengo unas cuantas empezadas y sabe Dios que nunca llegaré a terminar. Pasaba horas por las noches poniéndole palabras a mis sueños. Me acuerdo como si fuera hoy. Cualquier cosa podía inspirarme para escribir algo. Una imagen, un dibujo, una situación. En verdad creo que funciona así. Me dormía muy tarde escribiendo y escuchando música, infaltable. Me daba una sensación de libertad e independencia. Y también leía. Leía bastante, libros no me faltaron afortunadamente. Luego vinieron mis primeras experiencias pictóricas. Autodidactas. Claro que tengo que reconocer que había visto a mi papá muchas veces dibujando y pintando desde que era muy chico.
Pero yo quería tener mis propios lápices y pinceles. Y los tuve. Y los tengo y los seguiré teniendo. Colores a través de témperas, acrílicos, oleos, pasteles, tinta, papeles. Comencé a probar y a experimentar y aún lo hago, eso es lo maravilloso, que nunca se deja de jugar con el arte. Tablas, cartones, papeles, telas y bastidores hechos por mí, el piso, una pared, la arena, todo sirve para expresarse.
Los sueños buscan salir a la luz de cualquier manera, se expanden sirviéndose de cualquier elemento que pueda conseguir, una forma, un sonido, una palabra, un trazo, una emoción.
Recuerdo de aquellos primeros años, mis experimentos con las palabras en el espacio del papel. Podía utilizar un lápiz, una lapicera, una pluma con tinta, un pincel, la máquina de escribir. Lo importante era  escribir, poemas con formas caprichosas, palabras unidas por el sonido apenas, traídas a la superficie del sonido tal vez por sus formas, por la consonancia. También por los silencios. Qué importante es el silencio como lo es el papel en blanco o el espacio vacío. Cuanto significado cobra ahora ver un poema con su estructura aparentemente quebrada, un poema atravesado de silencios, sentidos interminables e infinitos leídos una y otra vez. Puntos suspensivos, comas, signos de admiración, de interrogación, comillas, paréntesis y tantos símbolos dándoles tanto sentido a un poema.
Palabras tras palabras hilvanadas detrás de un sueño, de una idea, de una ausencia, de una presencia. Sentía que había tanto por escribir y eso no ha cambiado, siempre hay tanto por escribir. Por aquellos días mis poemas consumían varias páginas, ahora en una página puedo albergar varios poemas. A veces son solo frases que encierran o despiertan sentidos. Hoy tienen esas formas tal vez un poco diferentes a los de ayer, pero en el fondo siguen diciendo lo mismo. “La canción siempre es la misma”.
Ir a Bellas Artes, definitivamente me abrió una puerta que hasta ese momento tenía vista y no había tenido la oportunidad de conocer. Realmente me permitió entender que si la necesidad de expresarse está, no debiéramos nunca negarnos a hacerlo. Yo hasta ese momento había tenido cierto “respeto” por el arte, esa clase de respeto casi prejuicioso, porque simplemente uno no se siente capaz de hacer cosas. Cuánto tiempo había perdido hasta ese momento, realmente. Pero mejor tarde que nunca. Aprendí la teoría necesaria para poder perder ese “respeto” por el arte y entender finalmente que cualquiera puede acceder a ese mundo. Solo es necesario atreverse, todo es permitido. Es probar, experimentar, mucho ensayo y error para poder llegar a “ver”. Hoy me siento feliz de llegar a casa y poder hacer algo luego de haber estado un día pensando el cómo.
Eso me hace bien, poder trabajar con materia para darles una forma que me busca a mí, más que yo buscarla a ella. Mezclar colores, materiales, texturas, técnicas y quien sabe que más… Y siento que apenas estoy comenzando, eso es lo más emocionante.
Mientras escribo esto, miro algunos de los cuadros que pinté, y los siento observándome y me siento orgulloso por haber llegado a ellos, por haberles dado vida. Eso siento. El proceso puede ser más o menos largo desde que comienzo por alguna parte. Ya lo dije antes, puede ser una idea, una imagen, una mancha, un recorte de papel, un pliegue del papel o del cartón; miro los pasteles sobre la mesa, o los acrílicos, o los pinceles, una carbonilla, un lápiz de grafito 4B, tinta china, lápices de colores, marcadores, objetos variados, pedazos de madera o de plástico, etc… son tantas cosas de las que puedo servirme para sacar afuera eso que permanece adentro.
Esta misma notebook me permite decir esto y poder compartirlo. Es una herramienta más. Tan válida como los pasteles al óleo que me fascinan por la nobleza de su materia, sujetarlos mientras los deslizo sobre un papel, un cartón, sentir su olor me hacen feliz. Poder  darles calor con mis manos para hacerlos más corredizos, más amables, más míos… Me miro las manos enchastradas de pastel, de acrílico, de tiza, de tinta, de plasticola y siento que no podría estar haciendo otra cosa, siento que no podría estar en otro lugar en ese preciso instante.
También me sucede hace menos tiempo, pero también es una sensación poderosa, con la fotografía. La descubrí hace relativamente poco y siento que la conozco de toda la vida, parece una cursilería, pero es la frase que mejor refleja lo que siento. Buscar y “crear” una imagen también es algo increíble. Transmitir algo a través de una fotografía es algo realmente poderoso. En fin, estoy hablando del poder y el valor de una imagen. Es el valor que tiene algo captado por los sentidos. Eso es traducido por el cerebro y produce un estado de ánimo. Eso es lo poderoso del arte. Uno conmueve a través de la creación.
Lo pienso y suena algo pretensioso, pero es lo que siento. Haciendo esto que amo, es cuando más auténtico me siento. Definitivamente soy yo. No hay máscaras, no hay excusas, no hay prejuicios, no hay impostación, no hay personaje. Si leés algo que escribí alguna vez, hace un mes, un año, diez, quince o más me estás leyendo a mí. Si mirás algo que dibujé o pinte la semana pasada, o hace cinco años o hace diez, también soy y o, vas a saber de mí, vas a conocerme sin saber quien soy. Si te colgás con una foto que subía al FB ayer o la semana pasada o el año pasado, también me conocerás un poco más.
Yo no voy a hablar de mí porque hoy te puedo decir algo que tal vez mañana me parezca ridículo y al día siguiente haya olvidado, porque soy humano ni más ni menos. Porque creo que el ser humano es contradictorio porque es la naturaleza de la especie. ¿Qué quiero decir con esto? Que hay cosas que no debemos tomarnos tan en serio. La vida es una sola.
 Pero si se te ocurre pasar por algo que hice, entonces siempre voy a ser yo. Todo el tiempo siempre.
Es una invitación apenas, nada más y nada menos.

Gracias.

domingo, 3 de septiembre de 2017

La vida

La vida retoma su camino en cualquier momento, no pide permiso, hace lo que tiene que hacer siempre. Nosotros simplemente somos parte del paisaje, del decorado, apenas un detalle en toda en toda la obra maestra del artista del cosmos.
No podríamos jamás interrumpir el devenir natural de los hechos, es como la natural fuerza de gravedad donde un cuerpo mayor atrae a otro menor. 
Nosotros somos los cuerpos menores que no podríamos jamás resistir la inercia del destino, la fuerza, el poder de aquellas cosas que habrán de sucedernos de todas maneras, hagamos lo que hagamos. Como dicen el Universo hace lo necesario para que te suceda eso mismo, que te está sucediendo en este preciso instante, pase lo que pase, sea cual sea el momento en que yo escriba esto y vos leas esto. El Universo se manifiesta de tal manera que yo estoy escribiendo esto y vos estás allí, del otro lado. 
Podemos elegir no creer esto y aún así las cosas seguirán sucediendo de esta manera.
Buenas noches.

jueves, 3 de agosto de 2017

Siglo XXI y un 10 % más luego de... cuántos años?

Llama la atención cuando por un lado en la empresa (por ejemplo donde trabajo) dicen que las cosas están difíciles, complicadas, pero por otro dan muestras de crecimiento en sus negocios y es tan así, que promueven directivos de alto rango a puestos superiores, en virtud al desempeño demostrado, al trabajo desarrollado y por haber contribuido con ese crecimiento.
Algo así como un premio y una apuesta a que si se les da mayores oportunidades de crecer, no la desperdician. Demuestran una ambición tal que a sus superiores los entusiasma sobremanera. Son competitivos al extremo. Han aprendido diversas maneras de seducir a los grupos humanos que manejan, a eso se le llama liderazgo, los alientan a tomar riesgos y medidas "difíciles", las cuales muchas veces significan desvincular empleados. Todo esto si eleva las estadísticas, mucho mejor. 
De acuerdo a esta visión, ellos contribuyen positivamente al crecimiento de la empresa y de los negocios de la empresa. Esto significa claramente que la empresa gana más dinero, gracias a la gestión y el desempeño de estos directivos y como la rueda del capitalismo no debe detenerse, son premiados con puestos más altos para que la empresa pueda seguir ganando cada vez más. Pues es el único fin de una empresa, que le vaya cada vez mejor en sus negocios, se expanda, se diversifique y gane más y más dinero.
Permanentemente toman decisiones orientadas a un desempeño más óptimo, a un ajuste de sus costos, de sus finanzas para poder hacer cada vez más rentable el negocio. Todas las voluntades deben estar orientadas hacia la misma dirección, no pueden permitirse desvíos, distracciones, intrigas, todo aquel que así no lo entendiera, no tiene nada que hacer en la empresa. El propio sistema se encarga de purgar a aquellos elementos que no sean productivos y leales al mismo.
Hay permanentes reuniones tendientes a dejar en claro el rumbo ideológico de la empresa. En todos los niveles esto es necesario para poder mantener un espíritu de cuerpo. Se llevan adelante otras acciones que van en la misma dirección. Fomentan la identidad de la empresa y quienes pertenezcan a ella. De abajo hacia arriba es directamente proporcional el compromiso hacia la empresa. Cuanto más cerca de la cumbre se esté, más convencido están de su rol en la estructura de la empresa, cuanto más abajo, menos seguros estamos del mismo. Cuanto más abajo estemos, más inestable es nuestra situación también, debemos agregar. Cuanto más arriba se esté en esta cadena, más grande son los beneficios, premios, reconocimientos, recompensas, retribuciones, gratificaciones, incentivos, como quiera llamarse. Cuanto más abajo, todo esto, llamemos como lo llamemos, se transforma en una broma. 
La democracia aparentemente existe como una forma de gobierno civil. Con sus matices por supuesto.
Dentro de una empresa, donde la dirección de la misma recae muchas veces en miembros de una misma familia, históricamente se van sucediendo por herencia de unos a otros miembros. Por supuesto que hay un directorio, que muchas veces también está formado por miembros de esa misma familia, que fiscaliza en cierta medida, las decisiones de la cabeza. Y así hacia abajo se desgrana el difuso y profuso árbol de las jerarquías. Cuanto más negocios abarque una empresa, más amplias son las ramas de ese árbol. 
El gobierno de esa empresa por supuesto maneja sus decisiones dentro de un muy cerrado círculo de poder. Aquellos que somos apenas peones de este intrincado y gigantesco ajedrez, no tenemos las menor idea del rumbo que llevan adelante aquellos encumbrados ejecutivos. Por eso se entiende que luego de varios años de mantenerse una paupérrima cifra, como premio adicional por el "esfuerzo" de los vendedores, a alguien dentro de esa enmarañada cumbre jerárquica, se le ha ocurrido subir el monto un diez por ciento (10 %). Seguramente tal decisión llevó horas tomarse porque significaría un notable detrimento del "ajustado" presupuesto que manejan aquellos altos ejecutivos, por supuesto es más rentable contratar a una megaestrella de la canción para encabezar una campaña publicitaria, que alentar de un modo mas contundente, a aquellos que día a día, anonimamente le ponen el hombro a la empresa y que nada saben de los lineamientos de la misma. Porque solo saben que si no trabajan, no comen. Porque hasta temen enfermarse por miedo a perder el trabajo. Que viven día a día situaciones injustas por ese mismo temor. Que no son ignorantes y que así parecieran ser tratados muchas veces.
La(s) empresa(s) nunca deja(n) de crecer. Y muchas veces quieren hacer creer que están en peligro. Amenazan con traslados, cierres y finalmente despidos, porque no ganan lo que sus proyecciones dicen que tienen que ganar. Esto es así por más que sus eruditos y CEOs quieran hacer creer a los empleados. 
Hacía cierto tiempo que no escribía. Hoy he vuelto con esta reflexión tan necesaria para mi salud mental. Porque todo el tiempo veo, percibo situaciones injustas para mi y mis compañeros. Y siento que a nadie le importa, que nadie hace nada y que la respuesta es invariablemente la misma: "y que le vamos a hacer... agradezcamos que tenemos trabajo." Cuando en realidad es el empresario el que debiera comenzar a agradecer y reconocer como es debido, más allá de mezquinas "paritarias salariales", la calidad de quienes son los verdaderos sostenes de  una empresa, los empleados sin cargo alguno, aquellos que la mantienen limpia, segura, ordenada, que son la cara visible de la empresa ante el público, aquellos que guardan y resguardan los "bienes" de la empresa. Imagínese un día completo sin ninguno de estos integrantes anónimos de una empresa. ¿Cómo sería que no haya quien abriera las puertas, que no haya nadie para recibir a los clientes, que nadie esté para ordenar, limpiar, responder preguntas y asistir a los clientes? Podrá un gerente, un jefe, una jefa limpiar un baño? Podrá uno de esos gerentes corporativos y regionales, de mucho título y jerarquía, cobrar y sonreír a los clientes durante 6 u 8 horas? ordenar y reponer mesas y mesas y mesas de prendas? responder durante 12 horas cualquier tipo de pregunta de los clientes? Podrá entregar productos en el menor tiempo posible? Podrá ser productivo en la línea de cajas? Podrá ofrecerle un seguro de compra al cliente? Podrá gestionar rápidamente el cambio de un producto? Será capaz de tolerar solo 30 o 45 minutos de descanso, para luego continuar haciendo lo mismo que hacía una y otra vez? Y así hasta el cierre de la jornada laboral y sabiendo que al día siguiente será exactamente así... con sus matices por supuesto. 
Yo creo sinceramente que nada de esto pasa por esas cabezas en ningún momento, porque sería sinceramente una pesadilla para ellos. Si tuvieran real conciencia del trabajo que hacemos aquellos anónimos empleados, sería tal vez un poco más considerados. 
Pero algo así no les pasaría jamás por la cabeza ya que están demasiado ocupados en diseñar el rumbo de la empresa. Y sabemos que eso lo harían a cualquier costo, caiga quien caiga. La rueda no debe detenerse jamás.
Buenas noches.









jueves, 30 de marzo de 2017

Tiempos difíciles.

Lamentablemente hoy en día pareciera que la meta de los trabajadores es conservar su trabajo. Porque se corre el riesgo de perderlo con un sin número de excusas. Ciertos representantes, no nos representan. Porque prefieren cuidar sus propios intereses, se callan la boca, miran para otro lado, se guardan en el bolsillo lo que todos saben. Actúan como si nada. Enferma ver como se vende la dignidad del hombre a precio de remate.
Hablo con uno y con otro y es la misma sensación. Desesperanza, desilusión, tristeza, indignación, bronca, miedo. Y están también los que con una sonrisa socarrona, mal contenida, parecieran decir: "yo se los dije". Será posible, pienso, que haya personas que se alegran de que nos vaya mal? Preferiría pensar que no. Pero ahí los veo, sentados tomando una cerveza con ese aire de soberbia inescrupulosa. Ignorantes de una realidad que tampoco los dejará de lado. 
Me pregunto, tanto cuesta entender que viajamos todos en el mismo barco? 
La incertidumbre por lo que sucederá el día de mañana, se va comiendo poco a poco, las pocas certezas que nos iban quedando. 



lunes, 27 de marzo de 2017

2017

Dejamos el 2016 como pudimos. Y el 2017 ya está con nosotros. Un año más viejo pero no se si más sabio. O es solamente un año más para agregar a mi vida.
Ciertamente el dolor no se ahorra nada. Hace lo que tiene que hacer me guste o no. El tiempo me ha traído nuevos dolores a mi cuerpo y me pasa factura. Y me doy cuenta, amargamente me doy cuenta lo cara y costosa que es la vida. Porque se lleva, se ha llevado tantas cosas. Se ha llevado y se sigue llevando seres amados. Personas que cuando era chico ellos eran inmortales. A nadie se le podía ocurrir que esas personas un día dejarían de estar con nosotros. 
Cuando me miro en el espejo de los demás me encuentro con mi mirada cansada, agotada... 
No encuentro respuestas. Tampoco consuelo al principio. Por momentos siento que soy el mismo. Pero por momentos no estoy tan seguro. Todo es tan efímero. Tan frágil. Tan volátil. 
Me siento cada vez más viejo. Siento que cada vez me queda menos tiempo. Y ahora pienso, dudo, no estoy seguro que termine lo que empecé. Pero lo digo cuando veo alrededor a aquellos que tenían una vida por delante y caminando se encontraron con el final de sus caminos. Sin quererlo, sin esperarlo, sin aviso. Así como de la nada se convirtieron ellos mismos en recuerdo. Porque hoy si queremos buscar a alguien que no está entre nosotros, tenemos que buscarlo en nuestra memoria. A veces no sin esfuerzo. Esfuerzo en recordar un gesto, una mirada, una sonrisa, una lágrima, un enojo, una caricia, un objeto... tal vez el mismo esfuerzo que hoy hacemos en querer recordar quienes somos y que queremos. El mismo esfuerzo que requiere convencernos que a pesar de todo, la vida vale la pena y ese esfuerzo. 
Pero en estas horas donde la noche se adueña de todo y el sol está del otro lado del mundo, cuesta creer que la vida vale la pena. 
Así están las cosas. Con tanto por hacer y con tan poco tiempo para hacerlo, no se si está bien escribir esto. Pero esta es la única manera que conozco, además de pintar y dibujar, de sacar afuera esa oscuridad que crece y no deja de crecer adentro mio. Darle forma con las palabras tal vez me inspira y da confianza. Y me hace sentir también inmortal, al menos por esta noche. 
Por eso hoy celebro y recuerdo a todos aquellos seres amados que ya no están conmigo, con nosotros, que permanecen en mi sus recuerdos y han dejado una huella, una historia, una mirada en algún momento y que por esa razón están presentes esta noche en estas palabras. 
Habrá sin dudas más noches por delante. Con dudas y angustia, pero serán otras noches, espero por muchas más de esas noches. 
Y a todos ellos, gracias por haber estado al menos un instante grande o pequeño, pero que hicieron que ahora pueda escribir esto. 
Buenas noches.