miércoles, 23 de diciembre de 2020

El año de la pandemia.

úblico
Estoy pensando y mientras estoy pensando, el mundo sigue cambiando, nos sigue cambiando y seguimos cambiando al mundo. Un año que quedará marcado a fuego en los libros de historia: el año de la pandemia. Habrá miles, tal vez millones de anécdotas sobre lo vivido este 2020. Por que un día nos fuimos a dormir y al día siguiente, estábamos viviendo una película de ciencia ficción. Cientos de filósofos tratando de analizar el fenómeno social que había originado un virus, como había cambiado la cultura del siglo 21, se comenzó a buscar antecedentes en la historia y no se encontró ninguno. Entonces esto era algo inédito, algo nunca visto, algo soñado apenas por directores y productores de cine catástrofe. No había cura, era un virus feroz de alto poder de contagio, el contagio era de persona a persona, era un virus social, era como si castigara precisamente aquel rasgo que nos distingue de otras especies, la sociabilidad. Vivimos como suspendidos en el tiempo y el espacio. El año había comenzado con las expectativas habituales, de crisis económica, de problemas sociales, crisis de fe como cada año y cuando podríamos haber pensado que no podíamos estar peor, ciertamente sí, podíamos estar peor, la vida nos sorprendió a todos los habitantes, no solo del país, sino también del mundo. Todos debimos quedarnos aislados. Comenzamos a vivir en la incertidumbre total. El gobierno nacional diciendo una cosa, pero claramente sucedía otra en la calle. Se cerraron definitivamente muchas, muchas empresas y fuentes de trabajo. Miles de argentinos quedamos a la deriva. Los mensajes presidenciales del principio, que prometían cuidados y prevención, y eran casi diría, fervientemente esperados, con esperanza, por último parecían ya una tomadura de pelo. "Hacemos lo que hacemos para cuidarlos".
En fin, ya ni sus propios seguidores, aquellos que los habían llevado al poder la última elección creían en sus palabras. La gente comenzó a salir a trabajar igual, a riesgo de contagiarse. La curva subía y bajaba, subía y se aplanaba. Pero aún así decían que lo que buscaban era proteger el sistema de salud, a los más vulnerables, en fin. Hay opiniones encontradas, pero lo cierto es que la gente se fue contagiando con mayor velocidad cada vez. Y la gente comenzó a morir en mayor número, también cada vez. Ya no importaba si era CABA, si era AMBA, si era conurbano, si era primer, segundo o tercer cordón, tampoco si era de tal o cual provincia. La actividad se paralizó, pero no del todo, solamente muy al principio hubo una total detención de los sistemas y estructuras sociales. No había atención al público de nada. Pero así no había economía que aguantara. Si nuestra economía ya estaba en recesión, con lo que estaba sucediendo, era algo así como una estocada final, un golpe de gracia, repito, para millones de argentinos. Se aguantó como se pudo. Muchas empresas, que ya habían iniciado el año anterior un proceso de repliegue, han aprovechado el momento y decidieron cerrar varios de sus tiendas y locales, algunas de manera definitiva y otras de forma parcial. De todas maneras lo cierto es que miles/millones de argentinos se quedaron sin trabajo, algunos con la fortuna de una indemnización otros lamentablemente se quedaron con los bolsillos vacíos. La inflación en la Argentina, ha sido el peor de los flagelos históricos, junto con el desempleo y la pobreza, podemos continuar con la falta de vivienda digna, la desnutrición infantil, la falta de políticas educativas serias y por debajo, pero no menos importantes, la creciente inseguridad, la violencia de género, el delito en general, sea cual sea su origen. En fin, todo eso además del Covid19, seguía y sigue sucediendo en Argentina. Lo cual empeora todo para la gran mayoría de los argentinos, aunque sabemos que no a todos les va mal, pero eso es otra historia (la historia de siempre).
Para cerrar, puedo decir que las crisis impulsan cambios definitivos, proponen crecimiento, y bien sabemos que crecer duele. Hemos despedido, al menos a la distancia, seres amados, cuando veíamos por televisión, precisamente que la vara no es pareja para todos. Pero debimos aceptarlo. Tenemos frente a nosotros un panorama incierto, de muchas preguntas, sin respuestas o respuestas a medias, esquivas, mentirosas, inútiles, pero está en cada uno sacar lo mejor para seguir creciendo, seguir avanzando por este camino. Porque lo único cierto es que no hay que detenerse, hay que seguir, hay que seguir, hay que seguir y cada uno sabrá por qué lo hace: su familia, sus padres, sus hijos, sus amigos, sus afectos, por si mismo. Por eso creo que cada uno sabrá por qué brindar esta noche buena, este fin de año; cada uno sabrá cuales son sus molinos de viento, sus metas, sus límites, su horizonte. Porque después de todo está claro que así como hemos visto un reverdecimiento de la naturaleza estos meses en que el ser humano, se vio retraído, replegado puede ser que algo hayamos aprendido de esta naturaleza. Felicidades para todos y a no bajar los brazos, que lo mejor (dicen) está por venir. Gracias Universo por todo lo que has puesto en mi camino. Gracias.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Hacer lo que te gusta.

De vez en cuando, debería dejar por escrito algunas de mis sensaciones, para poder leerlas alguna vez y recordar el momento que las originó.

Realmente cuando se desea algo fervientemente, con sinceridad, con amor, con pasión por eso, con una casi ilógica confianza y creencia, no hay otro camino más que eso deseado, simplemente aparezca frente a uno. En este camino de aprendizajes iniciado hace tanto tiempo, aún cuando todavía no sabía que lo había iniciado o que no me quedaba del todo claro que lo había iniciado, o siquiera que había frente a mi camino alguno, mi vida, mi ser, fue experimentando cambios imperceptibles que me fueron preparando para lo que iba a sucederme irremediablemente. Tantas preguntas entonces sin respuesta, hoy se van iluminando poco a poco y me inundan de una felicidad extrema, una felicidad emocionante que me hace sentir inmensamente afortunado, por ser quien soy y por estar donde y con quienes. Cada nuevo paso, cada nuevo día y a pesar de todo lo que nos deja un sabor amargo, voy experimentando una especie de libertad consciente. No es una felicidad boba, sin sentido, si no muy por el contrario, es una felicidad que sabe el por qué.

Si bien los pasos son pequeños, casi imperceptibles muchas veces (casi siempre), diría como las agujas del reloj, cuyo movimiento casi no notamos, pero que sin embargo ahí están, moviéndose sin cesar, todo el tiempo, infinitamente, mis pasos me han traído a este momento único e irrepetible, donde como dije, me va colmando una felicidad emocionante, de descubrimientos permanentes donde todo cobra sentido, un sentido muchas veces retrospectivo, que es algo así como la sensación de que el Universo me va dando pequeñas (pero necesarias) palmaditas al hombro, para decirme en un lenguaje mágico: seguí adelante, vos podes ser todo lo que quieras y ciertamente mereces.

Enumerar las acciones, las circunstancias, las personas, los momentos que han motivado que yo esté aquí right here, right now sería largo, un poco aburrido (porque a veces sencillamente no sucede nada, o sí) y tal vez se pierda el sentido de lo que quiero decir, pero trataré de decirlo con el ejemplo mismo de mi vida.

Podría comenzar diciendo que en mi vida el arte ha tenido un camino arduo por no ser reconocido por mí mismo, más que como un pasatiempo, un hobby, cuando en realidad debí haberlo abrazado inmediatamente cuando tomé contacto con las primeras expresiones artísticas. Siempre dudé de mí mismo y lo que podía ser capaz, de lo que yo mismo podía generar. Vamos que no es que hoy tenga todo claro frente a mí, pero este año, el haber estado tanto tiempo en casa con motivos de la pandemia y la suspensión temporal en mi trabajo. Me permitió volver a acercarme a esa parte de mí. Me permitió reconocer el origen de mi forma de ver y sentir lo artístico. Hoy debo decir que tengo en mi todo el tiempo pensamientos, razonamientos, reflexiones, ideas en torno a lo artístico. De hecho hoy en mi casa (y hace algún tiempo ya) tengo colgados pinturas mías, he regalado algunas a algunos familiares y amigos, pero siempre con un dejo de modestia, de pudor, como de vergüenza y no sé por qué. Hace tiempo vengo experimentando desde lo técnico con materiales y soportes, inicié y dejé trunca una carrera terciaria, hice y deshice talleres de fotografía buscando, siempre buscando algo más. Y la escritura que también siempre me acompañó, me fue sirviendo para tratar de mediar, de entender, de pensar estas cuestiones en mi vida. Sin dudas todo esto me apasiona, pero no alcanza. Como dije, tuve el tiempo suficiente en medio de este hecho inédito de aislamiento social por tanto tiempo, que más allá que haya perdido mi trabajo, de seguir cuestionándome a mí mismo sobre que debería hacer conmigo y mi arte. Y he llegado a la conclusión de que quiero (o quisiera) vivir de mi arte. Como sea. Pero sé que no alcanza, o al menos no de la manera concreta que me alcanzaba con el empleo común y corriente, que dejé de tener hace un par de meses. O sea dicho más llanamente, hay que seguir pagando cuentas.

Desde hace un tiempo y siguiendo con mi cuestión experimentativa en cuanto a lo artístico, empecé a trabajar con materiales que podríamos llamar de descarte: trozos de madera, alambre, clavos, tornillos y otros objetos metálicos pequeños, a eso les fui agregando de acuerdo a mi criterio, color para construir nuevos objetos. Esto no es novedoso, obviamente, pero puedo decir que si bien artistas cuya especialidad es por ejemplo (y por llamarla de alguna manera) el retrato, cada uno tiene una particularidad, un estilo que hace que esos retratos sean únicos. Quiero decir en mi caso que luego de ver que muchos artistas, sobre todo a partir del siglo XX, han trabajado desde la construcción de sentido a partir de materiales de origen natural o industrial, para resignificar una idea, un concepto a partir de su particular visión, me he sentido inspirados en ellos para mis propias obras y concepto. Grandes artistas me han servido de guía para poder construir las pequeñas piezas que hago. Están aquellos artistas consagrados y que al menos de nombre son muy conocidos mundialmente, pero también hay un ejército de artistas que trabajan incansablemente desde el anonimato y que también considero absolutamente talentosos y de los cuales he aprendido mucho (sigo aprendiendo, me fascina). Y esta es la razón por la cual no menciono aquellos nombres conocidos, por respeto a los que no han sido “bendecidos” por las luces del éxito comercial (tan necesario en nuestra sociedad).

La vida de todos esos artistas me inspira permanentemente, si hay una época, una corriente artística que ha dejado una huella profunda en las generaciones siguientes, que ha dejado abierta las infinitas posibilidades artísticas actuales y por venir, es a mi modesto juicio, el impresionismo. Los anteriores movimientos y corrientes, considero, fueron absolutamente necesarios para llegar al impresionismo, pero creo fervientemente que los impresionistas fueron bisagra fundamental para poder comprender todo lo que vino después, por decirlo de alguna manera, han sido ellos quienes cambiaron las reglas de juego para todo el arte que vino a partir del siglo XX. Insisto en lo personal y subjetivo de mi pensamiento, pero sería una voz más en el concierto de voces que hablan de arte. Y siento que puede ser tan válida como cualquier otra.

Pero no quería ahondar tanto en estas cuestiones tan técnicas, sino más bien decir que en este tiempo de aislamiento que decidí llamar #cuarentenacreativa pude desarrollar y construir objetos varios a partir de los elementos mencionados anteriormente. Dándoles mi propia impronta de autor, porque lo que en definitiva soy es eso: un autor, un artista. Y me ha costado, me cuesta dar a conocer mi trabajo, mi manera de ver el mundo, mi forma de expresarme a través de esos personajes que fui creando, de esos objetos únicos y particulares.

Con respecto a dar a conocer mi trabajo, ha sido un tanto difícil para mí ya que no tengo un manejo muy fluido de las redes sociales, espacios absolutamente necesarios a esta altura de la vida para todo aquel que quiera difundir lo que hace y lo que yo hago, también necesita de esa difusión. Además de autor y artista, también me considero emprendedor, ya que me estoy haciendo cargo de la difusión y venta de mi propia obra, entonces por eso el espacio ideal es una feria de emprendedores donde yo puedo darme a conocer. Decidí encarar esta parte del camino, de esta manera, como un artista emprendedor. Y es por eso que el próximo domingo 20 de diciembre del corriente y no tan corriente año 2020, voy a participar de una. Y luego de una sucesión de circunstancias, tras las cuales y luego de consultar como participar y con la advertencia de no tener la seguridad de participar, un finde anterior atravesado por lluvias y tormentas, la inseguridad de poder participar y la confirmación ayer mismo de que finalmente participaría, es que puedo expresar una vez más mi agradecimiento infinito al Universo. Definitivamente para empezar a caminar hay que dar un primer paso. Dicho esto, insisto en la creencia de que cuando uno desea realmente algo, con el alma, el corazón, absolutamente convencido de lo que está haciendo, simplemente sucede.

Hacer lo que te gusta, es un camino lleno de obstáculos que no podríamos nunca dejar de andar. Yo a mis 55 años, estoy comenzando a entenderlo, más vale tarde que nunca. Me acuesto y me levanto cada día pensando que hacer, como hacerlo, divago sobre formas, colores, materiales y soportes. Siento que mientras pueda seguir así, estaré bien, mientras mis pensamientos persigan esas ideas, mientras mi creatividad siga viva, mientras la imaginación no se detenga, habrá vida por delante que valga la pena ser vivida. Y por supuesto seguir siendo feliz por el camino elegido, en la compañía de mis seres amados, ya que sin ellos, nada de lo anterior hubiera sido posible o valdría la pena. 

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Carta de amor a mi futuro ser en el trabajo.

 

La vida da oportunidades y a veces es una sucesión de ellas, aunque no siempre las veamos porque estamos demasiado ocupados quejándonos. Seguramente hemos oído muchas veces que las crisis son oportunidades. Pero cuando nos sucede a nosotros comenzamos con un ciclo de quejas y autocompasión, muy negativo. Pero hay que romper con eso, hay que salir del “agujero interior”…

Lo importante es lo que somos como personas. Lo importante es lo que construimos, la impronta que queremos dejar en este mundo. La huella que estamos llamados a dejar. Siento positivamente que estamos en esta vida para decir: aquí estamos. Y la huella que yo quiero dejar en este lugar es a través del Arte. Sin dudas, si alguien me preguntara como quisiera ser recordado, respondería que me gustaría ser recordado como un artista inquieto. Desde que tengo uso de razón lo artístico estuvo en mi vida. Siendo muy chico, recuerdo a mi papá pintando al óleo, cuando él volvía de trabajar. Los olores a trementina, aceite de lino, óleo quedaron en mi memoria olfativa y emotiva, y me marcaron a fuego. Fueron mi puerta de entrada al mundo artístico, sin saberlo, obviamente. Fueron el descubrimiento de un mundo posible. Encontré en la expresión artística, una nueva forma de comunicarme, de apasionarme por algo. Claro que todo fue sucediendo lentamente, no fue inmediato. Al camino del arte lo recorrí en distintos tramos, escribiendo, dibujando, pintando, recortando y pegando, fotografiando, todo era válido, experimenté y mucho, por mis propios medios, hice mucho ensayo y error. Todo era ir descubriendo poco a poco y para eso hice cursos, talleres, inicié carreras, busqué libros, discos, miré películas, leí las historias de los artistas, vi películas sobre ellos, leí libros sobre ellos, absorbí todo cuanto pude sobre artistas diferentes: pintores, escultores, músicos, poetas, novelistas, fotógrafos, en fin, cuanto más conocía, más quería conocer. Ver las similitudes o diferencias entre ellos. Conocer detalles de esas vidas, de sus obras, de sus tormentos. Todos eran seres humanos atravesados por pasiones y miserias, dolores y triunfos, eran seres que en muchos casos no supieron ser otra cosa que lo que fueron. Y lo mejor de todo es que sus vidas están ahí, perpetuadas a través de sus obras, de su legado y hoy son, al menos para mí, un faro en medio de la oscuridad. Y por eso quiero emprender finalmente y de manera definitiva este camino, el camino a través del arte.

A lo largo de mi vida me desempeñé en muchos empleos, suponiendo que serían por un tiempo, que eran necesarios para mantenerme a mí mismo por un tiempo y para mí familia más adelante. De todos adquirí la experiencia necesaria para dar el paso siguiente, de todos  me llevé el recuerdo de muchas personas y de todos aprendí un poco más sobre mí y también de la vida, pero fundamentalmente aprendí de mí mismo. Es tal vez lo más valioso que nos queda, aquello que vivimos junto a otras personas, que transitan nuestro mismo camino, por un tiempo.

La vida es aprendizaje, sigo aprendiendo, he aprendido a soltar, no sin dificultad, cuando fue necesario, para estar liviano, para poder continuar el camino y seguir aprendiendo. Y es por esto que puedo detenerme un momento y ver el camino que me trajo hasta aquí. Pero también vislumbrar el porvenir, es un punto de inicio para lo que resta y quiero que sea a través del arte, porque se positivamente que así quiero que me recuerden, como aquel tipo que a pesar de todo, hizo lo que lo hacía feliz. Es mi deseo personal para mí, pero también lo es para quien se tome uno o dos minutos para leer este manifiesto.