domingo, 6 de noviembre de 2022

La casa de Ernesto Sabato

 

 







Realmente fue un sueño hecho realidad, después de haberlo pospuesto por mucho tiempo, finalmente las cosas se juntaron para que decidiera salir de mi casa, tomar un tren, un metro, otro tren y dar mis pasos hacia esta dirección en Santos Lugares. Porque llegué allí en un viaje que tal vez empezó una vez, sin saberlo, leyendo El túnel y siguió por Sobre héroes y tumbas y todos los demás libros. No voy a agregar nada nuevo sobre Ernesto Sábato, no soy quien. Lo que puedo decir es que, mientras escribo esto, me queda un nudo en la garganta, una alegría casi infantil, un sentimiento raro que me llega en este momento de mi vida. La felicidad y la emoción podrían resumir mi estado de ánimo ayer. Y me quedo corto, muy corto con esa descripción. Las fotos no le hacen justicia al lugar, para nada, mis palabras apenas hablan de lo que sentí. Vi los rincones de su casa amada, sus muebles, sus libros, su máquina de escribir, sus pinturas, sus pinceles, sus paletas, su patio, todo lo que había visto muchas veces en fotografías y hasta en reportajes que se habían hecho de él. Por un momento me atreví a invadir su lugar en el mundo, este mundo tan doloroso para él, y sentí una enorme alegría al caminar por su casa. El corazón no entró en mi pecho. Veía aquellas cosas materiales que en vida le habían pertenecido y me costaba respirar, si mi visión se nublaba, mis ojos no alcanzaban a recorrer todo con una ansiedad infantil. "Querido y remoto niño..." esas líneas que una vez leí y sentí que estaban dirigidas a ese niño que una vez fui. Siento que guardaré para siempre la impresión que tuve ayer en esa casa, la impresión que también fue algo físico, claro, porque mi cuerpo era tan consciente como mi alma y mi corazón de ese lugar, que había permanecido mucho tiempo en un espacio de la imaginación y que, por esas cosas del destino, tenía que ir a conocer. La visita duró solo dos horas, pero en mi memoria creo que durará para siempre. Gracias una vez más por estar en el lugar correcto.

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