jueves, 28 de abril de 2016

lo supe una tarde

una tarde
cayendo por el borde de la ventana, abierta
por vos;
jamás supe cuando llegaste
no importa
tampoco supe que te fuiste.
cavilantes anocheceres impedían
el olvido, a través
de la memorización de tu inquieta geografía.
nada era imposible entonces
abrir y cerrar los ojos a tu lado
era tan común como 
cerrar y abrir los ojos a tu lado.
una copa bien servida
a orillas del anochecer
era parte de la habitual ceremonia
aprendida de vos;
por eso me pregunto:
¿cómo poder encontrar el camino a casa?
es que salí a la calle y todo cambió
todo es extraño ahora, si
como si faltara algo en el horizonte
quizá la dolorosa ausencia
que ocupaba espacios
cada vez más preciosos
en mi historia; finalmente
uno descubre que ama a alguien
en el preciso instante
que lo  pierde.

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