viernes, 17 de abril de 2015

Escribir por escribir.

Es detenerme un poco a pensar en algo, sin tener mucha idea de qué. Y empezar a hilvanar letras primero, palabras después. Releer lo escrito, tachar, volver a escribir. A veces las ideas vienen otras pasan de largo. Casi nunca se quedan a cenar conmigo, supongo tienen invitaciones mejores que las mías.
Cuánto tiempo hace que nos conocemos? Eso les pregunto a las palabras casi todo el tiempo y todo el tiempo nos extrañamos. No siempre tenemos cosas que decirnos. Nos quedamos callados. Pasa el tiempo o el tiempo nos pasa a nosotros.
Y por ejemplo esta noche, se vino la tormenta que remoloneaba hace un par de días y entonces la invitamos con las palabras para que se quede un rato con nosotros, nos regala truenos largos y relámpagos nerviosos. Y mucho ruido a lluvia, pareja y mojada. Hace bien al alma porque arrulla los sueños y las ilusiones, acompañan bien a las palabras para que no se sientan solas sobre el blanco papel (o pantalla).
Y sigo pensando y entonces mi pensamiento se estira, se alarga a otras cosas, a otros lugares, a otros sonidos y olores... eso es el pensamiento, y mientras digo esto, un trueno lejano pero extenso, me da la razón.
Leyendo a mis mayores también se que tengo razón porque antes ellos tuvieron sus propios encuentros con las palabras y sus propias dudas y sus propios fantasmas, sus propias lluvias y tormentas. Resulta entonces que leyendo sus obras, los conozco más a ellos. Y entonces como dice uno de ellos, tal vez un poco por su propia seguridad y un poco por que es así no más, no hace mucha falta conocerlos personalmente, porque si uno es fiel a su "palabra", aprende a conocerlos. Porque también por propia seguridad de los lectores, a veces no valga la pena conocerlos, porque cuando los conocemos, preferimos aquello que han escrito. En fin, creo que se enredaron un poco las palabras, pero la idea más o menos creo que está y se entiende. En todo caso si el escritor aún vive y va a la Feria del Libro, tal vez allí podamos verlo y en el mejor de los casos, tal vez nos firme uno de sus libros; con eso alcanza.
Pero sin llegar a ninguna Feria, yo particularmente me contento con que alguien me haya dicho que le gustó mucho lo que escribí, es una clara caricia para el alma.
Y no es por nada, pero me lo han dicho. Entonces por eso yo persisto en conversar con las palabras para que sigan estando conmigo y me ayuden a decir cosas.
Y entonces la lluvia se hizo finita, los truenos se van alejando cada vez más, los relámpagos se hicieron refucilos.
Yo sigo estando acá todavía, el sueño parece que no puede encontrarme. Mientras tanto sigo conversando para mis adentros...




1 comentario:

  1. La escritura es un ejercicio de introspección maravilloso. Uno habla con las palabras y con uno mismo. Si además se produce un intercambio con otros, es un premio, pero sino, ya estamos hechos por el simple hecho de saber que las palabras son nuestras aliadas. Sigue escribiendo.

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