lunes, 20 de abril de 2015

Notas

Todavía no me voy a dormir.
A veces me queda a mitad de camino algo, algo por decir, por escribir. Las ideas siempre están. La intención de escribir puede o no estar, pero las ideas permanecen como nubes que tarde o temprano precipitan.
Repasando hojas de apuntes suelo encontrar esas ideas que alguna vez me revolotearon, vuelven, por algo siempre vuelven.
El valor de la hipocresía.
Vender una imagen de la que no se es ejemplo tal vez no tenga ninguna importancia, tal vez me lo tome demasiado personal y no valga la pena hacerse malasangre, pero no puedo permanecer impávido, indiferente a ciertas cosas.
Mierda, el estado general de las cosas que nos pasan, tienen importancia e influyen en todos. Hechos que aparentemente son aislados, realmente tiene un peso específico propio y hacen que al final tengamos consecuencias que ninguno seguramente las haya imaginado. Vivimos en una sociedad, carajo, y actuamos como si nuestros actos individuales no perjudicaran a nadie y lo que es peor es que ese acto individual no lo realiza una sola persona ( o si, pero no es mi punto) sino que lo ejecutan un grupo de personas en pos de un beneficio grupal y que a solo ellas involucra y beneficia. Aunque las consecuencias negativas perjudican al conjunto de la sociedad y también a ellos mismos aunque piensen lo contrario.
Todos somos dueños de la verdad. Cada uno de la suya propia y puede llegar a compartirla con otros. Cada quien tiene sus propias ideas (yo espero sinceramente eso) y por lo tanto es dueño de ellas y responsable por lo que hace con esas ideas.
Vivir en sociedad nos hace responsables de todos nosotros. Lo que cada uno haga, tarde o temprano impacta en el otro.
Los ejemplos abundan a nuestro alrededor.

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