sábado, 11 de abril de 2015

Sentados en el cordón de la vereda.

Ahí estaban, sentados al borde de la ciudad, en el cordón del mundo. El hojeaba ávidamente una de las revistas que acababan de encontrar en el canasto de la vereda donde solemos dejar basura. Con un par de lentes viejos, seguramente encontrados también por ahí, recorría las viejas páginas descoloridas de la revista, como si estuviera sentado a la mesa de desayuno de un lujoso hotel de Pto. Madero. A su lado, ella arreglaba su pelo con la punta de sus dedos, mirándose en un espejo barato de marco plástico y redondo, su pelo un poco enmarañado por el hollín callejero y que se empeñaba en caer sobre su cara, alguna vez había sido del color de las almendras, pero eso no le preocupaba, con un par de invisibles lo acomodó para enmarcar su bello y curtido rostro, para poder tener la mirada despejada.
Como al pasar, el hizo un comentario de algo que vio en la revista y ambos rieron, como tal vez la vida no les sonreía a ellos.
Pero que importaba, ¿no? si se tenían el uno al otro y el carro de supermercado para poder juntar cartón, botellas plásticas, su propia ropa, su propia historia.
Recorrían las calles al margen de la sociedad que les había vuelto la espalda hace algún tiempo, recogiendo cosas que alguna vez habían tenido dueño o que ahora estaban en el fondo de alguna de las bolsas que llevaban colgando a los costados  del carro, como alforjas de un destino incierto.
Se veían despreocupados a pesar de no saber nunca donde pasarían la noche siguiente, ya que casi siempre la pasaban en diferentes lugares.
Mi viaje en colectivo no permitió ver mucho más que eso, pero era suficiente para saber que nada de lo que la sociedad les había negado, necesitarían, pues para eso se tenían mutuamente, si había alguna cosa de valor que pudiera interesarles, para eso tenían sus bolsas plásticas y su carro.
Los siguientes días que paso por esa calle, no pude verlos, tal vez estén en algún cordón leyendo revistas viejas y por que no recordando algo de sus vidas anteriores, porque los imagino con un pasado, el cual tal vez los persiga en sueños.
Después de todo, a todos nos persigue nuestro pasado, aunque más no sea en sueños.

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